Primera variante de "La sombra del adiós" por Martina Gaggero - Elementos de sueños ajenos
Taller de expresión I Cátedra Reale - comisión 56, Santiago Castellano.
Trabajo original e individual por Martina Gaggero.
Primera variante de "La sombra del adiós" por Martina Gaggero - Elementos de sueños ajenos
Actividad:
Realizar una variante del cuento fantástico original, agregar elementos de
sueños ajenos.
La sombra del adiós
Mañana fría de
invierno. Las hojas cayendo del árbol, ya habiendo cumplido su ciclo. Me
dirigía a la parada del tren, camino al trabajo. Como todos los días. La rutina
que agota, el tiempo que pasó y ya no pasará, las reflexiones matutinas. Y una
vez más, vuelvo a replantearme la exigencia del sistema. Suele pasarme al
empezar mis días. Al principio me agobiaba en mis pensamientos, sentía una
prisión que me sulfuraba. Nadie te enseña los pasos en un mundo que te obliga
cada día a poder levantarte y caminar. Pero al igual que todas mis
discrepancias, comenzó a formar parte de mi vida, me conformé y lo volví
cotidiano.
Por un momento, sentí
una pequeña brisa chocando mi rostro. Giro la cabeza, y a mi derecha ella.
Nuevamente la volví a ver. Su expresión rígida, su mirada penetrante, su
aspecto intrigante, una percepción oscura que proyecta una materia
opaca, interceptando los rayos directos de la luz y ocupando todo el espacio
detrás de los objetos. Siempre me
pregunté quién era, por qué se aparecía de manera repentina y en momentos
específicos. Pero nunca me animé a dirigirle la palabra.
Hace tiempo vengo
anotando en mi agenda la cantidad de veces que la ví. Una vez más siento una
persecución que me desequilibra. Sentí de repente que mi presión bajo de manera
apresurada.
Traté de
disimular mi reacción, pero poco puede ocultarla. Cuando quise darme cuenta, ya
era muy tarde. Su figura se desvaneció en cuestión de segundos.
Corrí unas
cuadras. Necesitaba descargar y alejarme del lugar. Un pensamiento
aparentemente ilusorio hizo que comience a sentir nuevas sensaciones, jamás
antes experimentadas. Mi cabeza me ordenó que para escapar de esa situación
corriera más rápido, pero en cuatro patas. Me sorprendió la comodidad y facilidad
que tuve al hacerlo. Me preguntaba que me pasaba, ¿Estaba mutando de ser vivo?
¿Estaba perdiendo la prudencia? Estas preguntas y muchas más aparecieron en mi
mente. Concientice sobre la extrañeza del mandato, pero en ese momento estaba
dispuesto a seguir cualquier indicación con tal de terminar de una vez con esta
insistente y reiterada circunstancia. Por momentos parecían alucinaciones. Sentía
haber perdido la cordura. Me llamó la atención la cantidad de pájaros coloridos
que volaban por encima de mi cabeza, parecía que debían comunicarme algo. Pero
lo dejé pasar, recurrí a la negación e intenté hacer como si nada. Me prometí
ignorar el tema, ya había ocupado mucho tiempo en mi cabeza durante estos
últimos meses.
Luego de un arduo día laboral, volví a mi casa.
Contemplé orgulloso mi hogar, me sentía en un estado somnoliento. Me preparé la
cena, me di un baño con agua muy caliente, acomodé las sábanas, agregué capas
de abrigo y apagué el velador instalado en la mesita de luz para irme a dormir.
Eran las 4:45 am
y un fuerte ruido me despertó de repente. No pasaron ni cinco minutos que
escuché sonar varias veces el timbre. Alguien estaba afuera y debido a su insistencia
presentí que esperaba por mí.
Me puse la bata,
las pantuflas y bajé rápido las escaleras. Pensé que el estruendo podría haber
sido un choque automovilístico y estaban necesitando ayuda vecinal.
Pero abro la
puerta y estaba ella. La sombra más impactante que había visto jamás. Oscura,
carente de luz y claridad, se amparó en las sobras nocturnas.
Llegó la hora-me
dijo.
De un momento a
otro, mis oídos comenzaron a sentir un zumbido impoluto, lo único que lograba
escuchar era una música somnífera de fondo. Y una voz dulce hablando, pausada
y sin género, no la distinguía, no era la mía ni la de un otro, pero era una
voz y no estaba alienado. No
recuerdo que decía. Solo sentía que mis ojos se iban cerrando lentamente y que
mi esencia se elevaba.
Me acerqué a
una oquedad ilusoria, un cambio de orientación y todo empezó de nuevo. Tuve el
impulso de comenzar a correr, aunque poco control de mi cuerpo tenía. Sentí que
caí en un pozo de gran profundidad, lóbrego y tétrico. Mi cabeza revisó en un
instante las veinticuatro horas previas, vi toda mi vida pasar en un segundo.
Abrí los ojos rápidamente para comprobar si al cerrarlos efectivamente mi vida
finalizaría en cuestión de segundos, pero un envión hizo que otra vez me
reintegre.
Estoy en el
cosmos una vez más, trascendí.
En otro cuerpo.
Desperté, levanté la cabeza y era libre.
La rutina ya no
me perseguía; podía volar.
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